De Cine I

Por estos días he vuelto a ver La Historia Oficial , película argentina de 1984. La historia es más o menos así, en la última etapa de la dictadura militar argentina, una profesora de historia comienza a darse cuenta de lo que ha acontecido en el país en los años anteriores.
El retorno de una amiga exiliada, el descubrimiento de los turbios manejos de su esposo y la aparición de una Abuela de Plaza de Mayo que busca a su nieta, son motivos más que suficientes para que la mujer viva una auténtica toma de conciencia política. Todo esto es coronado por la espantosa duda sobre el origen de Gaby, su hija adoptada.
Este fue el segundo largometraje de Luis Puenzo, y el primer film argentino post dictadura en tratar con éxito la problemática política del país. Su valentía le hizo ganar muchos premios internacionales, incluido el Oscar de la Academia de Hollywood al Mejor en lengua no inglesa.

Al re-ver este film, lo incluyo dentro de las cinco mejores películas que he visto en mi vida. Su valentía austera, alejada del discurso político fácil, su impecable música, sus cuidadísimos diálogos, su perfecta economía de las emociones: las que se contienen y las que se desbordan. En fin, una clase maestra de buen cine. Lo que yo más rescato del film es el tratamiento de las verdades oficiales versus las reales, es allí donde Puenzo construye el nudo dramático. También me conmueve el personaje Alicia de Ibáñez (Norma Aleandro), una señora que, hasta que viene el conflicto, simplemente cree lo que quiere creer. Recomiendo que vean o re-vean esta película, para que me posteen sus comentarios. Finalmente, me quedo con dos escenas de antología. Una, aquella donde la amiga retornada de Alicia le confiesa entre copas y risas las torturas a la que fue sometida; una escena que pone la piel de gallina sobretodo por la intensidad de la mirada de Alicia, en un primer plano. Otra escena, es aquella en que en el cumpleaños de Gaby, ella se encuentra acostando a su muñeca suavemente, cuando de una patada se abre la puerta e invaden su cuarto varios chicos con pistolas y metralletas y un discurso de violencia (todo un símbolo). Finalmente, un bonustrack, la escena en que almorzando en casa de sus viejos Roberto Ibáñez (Héctor Alterio) se enfrenta con su padre en relación con su éxito y el fracaso de muchos otros argentinos.